Se despertó, como cada
día, colocó su pie derecho en el suelo y se quedó mirando el retrato que había
en el fondo de la pared, que contrastaba con el rosa de la pared. Sonrió y se
levantó de la cama. Ese iba a ser su día, o eso se repetía cada mañana. Se
vistió frente al espejo, la ropa que previamente , la noche anterior, había
preparado pulcramente y colocado sobre su silla. Ese era su ritual. Ese día,
llevaba una falda de tubo negra y una camisa abotonada, amarilla. Se sentía
radiante, estupenda y algo sola. Su cabello rojizo caía sobre sus hombros, sus
ondas definían un estilo propio, su estilo.
Se pintó los labios con
su carmín favorito y delineó sus ojos azules, observándose en el espejo, sonrió
y se dio cuenta de que sí, ese día, iba a ser suyo, se iba a comer el mundo,
conseguiría sacar esa entrevista y sería feliz.
Tomó su café y leyó los
cinco diarios que cada día encontraba sobre la isla de la cocina,
proporcionados por su compañera de piso, la que ya había salido, dejándole una
nota: "Princesa, te dejo los diarios sobre la mesa, como cada día, ya
verás que hoy será un gran día, tu primer gran paso hacia tu éxito, confía en ti y todo saldrá
perfecto. Te quiero, mi escritora favorita." Era la persona que más
confiaba en ella, porque había seguido sus primeros pasos como escritora, desde
aquel blog que decidió abrir, y durante el camino de la elaboración de su
primera novela, aquella que hoy iba a presentar.
Se colocó bien el pelo,
sonrió, cogió todo lo indispensable y salió por la puerta de casa. Mientras
viajaba en coche, soñaba con su primera firma de libros, con todo lo que conseguiría con esa novela.
Entró en la recepción del
hotel, donde, sonriendo, la esperaba la representante de la editorial con su
libro entre las manos. Le dio un abrazo y le susurró al oído: "Eres
estupenda, sonríe y habla tal y como escribes, los encandilarás."
Entonces se sentó en una
mesa, desde donde comenzó a hablar,
primero titubeó, pero las palabras, igual que al principio de su novela, comenzaron
a brotar como la lluvia en mayo, y entonces cuando acabó de hablar, sonrió y
dijo: "Gracias a vosotros he podido cumplir mis sueños, gracias a todos
aquellos que han creído en mí desde aquel blog, y gracias a todos los lectores.
Vuestras sonrisas y vuestras emociones al leer mi novela, serán lo mejor que me
sucedan, me sentiré cerca de vosotros. Bienvenidos a Reflejos de un tejado.
Gracias por cumplir sueños."
Y se levantó, sonriendo
otra vez, cruzó la puerta de la sala, con el corazón lleno de emoción, había
conseguido, ser lo que quería, ser escritora.
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