jueves, 6 de diciembre de 2012

Sonríe, aunque te cueste

Días en los que se agotan las ganas de llorar, se agotan tus lágrimas y se deja de ser uno mismo. Tu alma pierde el sentido y el rumbo de las cosas. No sabes si tirarlo todo por la borda y huir del mundo que no tiene valor para ti. Esos días sufres y finges ante tus amigos y familiares, solo esperas que alguien te abraze y te diga que todo saldrá bien, pero ese alguien cuando aparece ya es demasiado tarde, sigues peor o has salido de tu hoyo tú solito. No quieres contar porque estás así, porque ni tú misma lo sabes. Sólo dices que estás mal y que mañana ya será otro día y que te levantarás bien, pero mientes, te mientes a ti mismo y a todos. Al día siguiente, después de una noche sin dormir, llorando, estás peor y sacas fuerzas de donde no las tienes. Pero te levantas y te sitúas delante del espejo, intentas sonreír y ves que es imposible que la del espejo no eres tú, que alguien se ha llevado tus ganas de comerte el mundo y de soñar. Alguien que quizás tenga nombre y apellidos y sea una persona a la que has amado más que a tu vida y que ahora te ha roto el corazón en mil pedazos, que han provocado heridas en tu ser, en tu interior, en tu esencia. Sabes que probablemente llorar por él no vale la pena y que debes olvidarlo para pasar página, pero no lo haces. Lloras e intentas encontrar razones por las que te ha abandonado, pero no las encuentras y te hundes aún más. Lo he vivido, lo estoy viviendo, sé lo que es. Sé que es no reconocerte en el espejo, esperar el todo saldrá bien que nunca llega. Poco a poco vas saliendo del hoyo, pero sigues sin encontrarte a ti mismo. Un día espero hacerlo, levantarme por la mañana y mirarme al espejo. Encontrarme en el espejo y saber que la chica que sonríe soy yo, la que tiene ganas de sonreír, de comerse el mundo y de romper fronteras. Un día lo haré, seguro que tú también.

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