lunes, 20 de enero de 2014

Le quería

Camino despacio, dejo un vacío en la cama, donde al otro lado, está él. Recojo mi ropa y decido que hacer con mi vida y sobretodo que hacer con él. Apoyada en el marco de caoba de la gran puerta del dormitorio principal de esa casa, tan desconocida para mí, me quedo observándolo, su gran cuerpo se mueve buscando mi calor, pero no me encuentra, entonces abre uno de sus preciosos y verdes ojos y mira hacia donde estoy, en silencio, observándole. Me lanza una de sus miradas, aquellas que me hipnotizan y con un leve gesto le indico que duerma. Él lo hace, entonces me paro a pensar y empiezo a llorar, sigilosamente, camino con paso entrecortado hacia la salida de esa maravillosa casa que había recogido tantos grandes como pequeños momentos de nuestra efímera historia que estaba a punto de hacerse caduca, de desaparecer.
En la calle, con mi gran abrigo rojo, observo el jardín principal y, sin plantearlo, mis pies se dirigen hacia ese pequeño y trozo de paraíso que llenaba de vida la gran y tenebrosa casa.
Entonces, allí, cojo mi pequeña libreta y me dispongo a escribirle, entre lágrimas, mi despedida, esta vez definitiva.
Las lágrimas empiezan a brotar, a la vez que el bolígrafo empieza a dar trazos de la despedida, mis mejillas anegadas en lágrimas y la libreta con pequeñas manchas, indicaban que para mí este adiós, era muy duro. Sin pensarlo, arranque la página, cuando llevaba escrito cuatro palabras: "Te quiero, pero cariño". Y decidí que ese no era el momento, que mi amor era demasiado grande, demasiado puro y verdadero.
Abrí el gran portal que te llevaba dentro de la casa y... Corrí hacia dentro, subiendo las escaleras sin respirar. Con lágrimas en los ojos y una sonrisa en el rostro, le desperté, dándole el mayor beso y apasionado que jamás ha visto la historia y entonces poco a poco le susurré al oído, mojándolo con las lágrimas que anegaban mis pupilas , que le quería y que jamás podría decirle adiós de una manera tan cobarde como escapar. Entonces él, poco a poco se acercó a mí. Me miró con su mirada y me besó. Fue un beso corto, pero el más grande que me había dado jamás. Le quería y eso salvaba todos los pecados cometidos por los dos.

1 comentario:

  1. Que blog más bonito! Me ha gustado muchísimo el relato! Me quedo por aquí y te visiitaré a menudo! Enhorabuen! Yo creé un blog hace poco y me gustaría mucho que te pasaras!
    Un beso desde
    http://somosabracadabrantes.blogspot.com.es/
    Ya te sigo,
    elle

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