miércoles, 27 de enero de 2016

Recuerdos.

Crucé las puertas de aquel edificio que me transportaba a mis raíces más profundas. Las escaleras grises me trajeron recuerdos de aquellas épocas, de todas aquellas personas cortadas por el mismo patrón, cansadas y con voces apagadas cada vez que las subían y resplandecientes cuando las bajaban. Su ánimo dependía simplemente de entrar o salir del edificio.
Entré y me encontré entre las paredes grises y verdes acabadas con el gran ventanal que daba al exterior, tan deseado por aquellas personas que lo ocupaban. Me sentí abrumada, todos los recuerdos me vinieron, me sentía como aquella chica miedosa llena de sueños que deseaba salir de aquellas paredes lo más rápido posible y poder volar. Era todo exactamente igual, era como volver atrás en el tiempo, podía fundirme entre los alumnos y no ser identificada, me sentía uno de ellos a pesar de todos los años que habían pasado, a pesar de haber volado, de ser lo que quería realmente ser, me sentía como si nada hubiese sucedido, como aquella niña de 12 años que cruzó por primera vez aquella gran puerta, llena de miedo, que se sentía pequeña. Aquella niña que fue creciendo y abandonó aquella etapa con un vestido azul, largo, sonriendo y feliz porque por fin iba a cumplir su sueño.
Estaba ahí. Todo tenía sentido ahí. Mi vida había empezado a formarse en aquel edificio, había conocido a grandes personas y me había llevado varios desengaños también, pero al fin y al cabo era de donde provenía y de donde todo había surgido. Simplemente venía a recordar quien era y a donde iba. Todos aquellos recuerdos me lo recordaron. Me sentí otra vez como antaño, como aquella niña que nunca había dejado de ser.

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